En el paro nacional en Colombia, el gobierno de Iván Duque lanzó un operativo represivo en varias ciudades.
Los grupos de guasap se llenaron de videos testimoniando la violencia. La gente grabó las escenas desde sus celulares.
Mi jefe me pidió hacer un video con el material que había llegado por guasap ese fin de semana.
Al inicio no estaba muy convencido. Una compañera ya estaba montando un video de las protestas en Colombia con material de agencias.
Pensé que le estaba robando el tema, pero mi jefe insistió, y me explicó que tendrían dos enfoques diferentes. El de mi compañera tenía la información, el mío los testimonios de violaciones de DD.HH.
Así lo hice ese día con Bogotá y al día siguiente con Cali.
Potencié los sonidos ambientes, los gritos, disparos. Silencié las groserías. Quedó una pieza impactante.
Fue un reto técnico porque los videos de celular son alargados, y tuve que pensar cómo adaptarlo al formato de nuestras redes.
Dos semanas después, entro al Instagram del canal, y ¿cuál es mi sorpresa? Los dos videos que hice tenían más de 100 mil visualizaciones cada uno. DOSCIENTOS MIL entre los dos.
Eso es mucho. En el canal, una nota popular alcanza 60 mil vistas, pero 100 K es mucho.
Me sentí como un influencer. Al rato, puse pies en tierra y desinflé el ego.
Acá las dos piezas.
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